Manejar las interrupciones no se trata solo de lidiar con estas para que puedas continuar con lo que estás haciendo.
Al contrario, lidiar con las interrupciones permite que analicemos qué sucede en nuestro entorno y cómo podemos educarnos y educar a otros para que todo sea gestionado en el momento, de la forma adecuada y sin afectar a otros.
Lidiar con las interrupciones también significa entender cuándo es momento de ser flexibles con los límites que ponemos en distintas áreas de nuestras vidas.
Especialmente si trabajas desde casa, notarás cómo se van mezclando cada vez más situaciones familiares con laborales, como se vuelve normal que en una llamada de trabajo tu perro se cuele en la conversación y divida la atención, o que tu hijo o hija se asome en la llamada para saludar.
Situaciones como estas, más que temor o ansiedad, son un punto de inflexión que las organizaciones deben aprovechar para crear cultura, para hacer sentir a sus empleados que son valorados como personas, además de como profesionales.
Si dejamos de ver las interrupciones, sean de la naturaleza que sean, como un problema que solo causa inconvenientes, tal vez logremos manejarlas de mejor forma y continuar con la tarea que tenemos en frente, sin problema.