El respeto es la base de la convivencia en cualquier relación y, dentro del ambiente laboral, constituye un elemento esencial el acatar las normas y limites que te imponen los compañeros de trabajo y la empresa misma, a fin de mantener un clima de convivencia armonioso.
Es sabido que pasamos muchísimo tiempo en nuestro lugar de trabajo, por lo que es muy factible crear lazos con algunos compañeros; sin embargo, si exageramos en nuestra confianza podríamos estar irrespetando el tiempo y espacio de ellos e, incluso, estar incomodándoles, aunque no nos lo manifiesten. Todo eso sin mencionar la imagen que estamos proyectando de nosotros mismos.
Además, es ideal no solo tener un trabajo que nos guste, sino, también, que las condiciones del mismo, y el ambiente en el trabajo, sean las adecuadas.
Como ya señalamos, es normal que queramos comentar algo con nuestro compañero, especialmente si se trata de algún asunto referido al trabajo, pero también debemos tener presente que, interrumpir constantemente, puede sacar de quicio al más tolerante de los compañeros, y sobre todo, perjudicar sensiblemente su productividad e imagen ante sus supervisores.
Por otra parte, los ambientes laborales en los que abundan las situaciones de desacato a las normas, además de mostrar graves fallas en las funciones de los supervisores, tienden a extender esta actitud entre el resto de los trabajadores.
Así parece demostrarlo un trabajo publicado en la revista Journal of Personality and Social Psychology, donde Foulk, Woolum y Erez, ofrecen una nueva perspectiva sobre los inconvenientes que traen a las empresas el permitir conductas negativas entre los trabajadores.
En este trabajo, los autores exponen los resultados de tres estudios donde se enfocaron en observar los efectos contagiosos de los comportamientos negativos dentro del ámbito laboral. Concluyen su trabajo señalando que, al igual que un refriado, los comportamientos negativos pueden propagarse fácilmente y tener consecuencias significativas, tanto para los trabajadores como para las organizaciones que lo permiten.
Por lo tanto, si vemos necesario sacar a nuestro compañero de su estado de concentración, debemos procurar hacer uso de la buena educación, al llamar su atención con cuidado y de manera selectiva. Algunas formas de hacerlo es valiéndonos de los correos electrónicos, o mensajes en las plataformas de chat que tenga la empresa, para hacerles saber que necesitamos un momento de su tiempo, en cuanto se encuentren disponibles.
